Esa que me va comiendo por dentro.
Iba a decirte que acabo de darme cuenta que la ansiedad me está comiendo por dentro.
Pero no puedo.
Eso ya lo sé desde hace un buen tiempo.
Solo que hoy me atrevo a aceptar que esto me está matando.
Llevo 3 horas y 30 minutos despierta.
Ya revisé Whatsapp, Instagram, Facebook, Linkedin, todos los correos, escribí un blog y lo publiqué.
Estoy escribiendo el segundo.
Y a decir verdad, he bloqueado y desbloqueado el teléfono infinitas veces, buscando «no sé qué».
Necesito respuestas para todo.
Claramente no las tengo.
Quiero verlo con claridad, pero ¿qué claridad? si ahora mismo todo parece sumergido en una niebla que dificulta la visibilidad.
Deseo poder apagar mi cabeza.
Encontrar el botón de «reset» y comenzar de nuevo.
Desde cero.
Sin recuerdos.
Sin preguntas.
Libre de dudas, sentimientos ni emociones.
¿Será posible llegar a esto?
¿Será que si lo intento o lo deseo con todas mis ganas puedo llegar a lograrlo?
No lo sé, y para ser honesta no me lo creo.
Lo más incómodo de estos momentos es lo que ocurre con mi cuerpo.
Fuertes escalofríos me recorren de arriba hacia abajo.
El cuello y los hombros experimentan los corrientazos más fuertes que he sentido.
Mis piés parecen llenos de hormigas.
De mis ojos brotan lágrimas.
A mi nariz le cuesta respirar, se ahoga entre el agua y el aire que se mezclan.
La espalda me pesa como nunca o más bien, como siempre.
Mi cabeza genera pensamientos «nada agradables» uno tras otro, y no tengo idea de cómo parar.
Comienzo a toser. Ahora resulta que cada vez que me trago las palabras y emociones me da por toser. La forma que mi cuerpo encontró para no quedarse cargado de todo eso y drenarlo.
¿Qué es lo que tiene que ocurrir?
¿Qué espero que pase para poder ponerle fin a esto?
¿Será que algún día llegará el final?
La verdad creo que más bien es algo con lo que tengo que aprender a vivir.
El truco está en descifrar la forma de controlar las reacciones de mi cuerpo y evitar ese desgaste tan tremendo que me genera.
¿La causa de esto?
Espero más, todo el tiempo.
Espero reacciones.
Espero respuestas.
Espero conclusiones
Y…espero mucho de las personas.
Sí, de las personas.
Y esto, es lo que me lleva a estos picos en los que me descontrolo.
Porque algo que aprendí es que mi ansiedad no llega a estos niveles por cosas de la vida o por cualquier imprevisto pendejo. Llega allí porque suelo esperar que otros hagan o no hagan algo y cuando pasa, uno tras otro, se van acumulando estímulos. Y terminan explotando en mi cabeza.
P.D: Hoy es otro día y desde que escribí esto he sufrido, no sé cuántos ataques de ansiedad, pero también creo que he aprendido algo más, he aprendido a esperar menos. Tan solo un poco menos.