Casualidad o destino, destino o casualidad.
Tarde o temprano.
Tres palabras o más bien dos, la tercera es una conjunción.
La letra “o” que en este caso, también denota confusión.
Tarde o temprano.
Así fue como terminó.
Fueron esas palabras las que recordé toda la noche. Fueron esas mismas palabras las que al día siguiente en aquel lugar, ese lugar que para mí se estaba haciendo familiar, me hicieron llorar.
Quizás era tarde para algunos y muy temprano para mí.
O todo lo contrario; temprano para algunos y tarde para mí.
Pero recordé sus miradas y no lo pude evitar.
Esa noche, muy tarde para quien debe regresar en tren y muy temprano para un adiós, fui testigo de una de las más extrañas despedidas.
Por primera vez pude leer en esa mirada tantos mensajes que no fui capaz de gestionarlos a la velocidad que merecían.
Confieso que me sentí abrumada.
La distancia no me permitía verlo bien. Por miedo a acercarme demasiado y ser obvia, lo dejé pasar.
Me concentré en mí, mis horarios y ese extraño miedo que sentía.
Los ignoré por completo.
Luego de haberlos observado por tanto tiempo.
Los anulé.
Quizás por mi bien.
O por la pura impotencia de saber que no bastaba con querer, para cambiar sus destinos.
Esos dos, parecían venir de un encuentro poco común. De esos cargados de emociones, de esos que atropellan.
Sus ojos, aunque reían, estaban llenos de nostalgia.
Ella, sin duda, estaba aferrada, no parecía querer soltarlo.
Él, en cambio, la empujaba para que pasase el torniquete. Para que antes de que fuese tarde, se alejara.
¿Será que no volverán a verse?
Me pregunté mientras los observaba.
Me parece haberlos visto antes en este mismo lugar.
Anoche pude haberlos visto.
Sus caras…me son tan familiares.
Podría jurar que ella iba en mi tren…
Y lloraba.
Podría asegurar que ayer él también la despedía, allí en ese mismo lugar.
Pero, seguro estoy equivocada…si eso fuese así, por qué ella quería quedarse, por qué se aferraba a algo que cada noche se repetía en su vida.
¿Será que ella sabe algo que él desconoce?
¿Será que ya es tarde, o quizás es muy temprano?
O en realidad, no volverán a verse.
No sabes cuántas preguntas alcancé a hacerme mientras los veía, mientras sin ganas me alejaba de ellos en un intento de respetarles, de respetar ese momento al que no había sido invitada.
También en mi tren.
Al momento de dormir.
Cuando me desvelé.
Y obvio al despertar.
Pasé horas haciéndome preguntas y planteando hipótesis sobre esos dos.
Ese par de extraños, que en aquella estación me resultaban tan familiares pero sin duda, me eran tan lejanos. Ese par con el que me conecté por un instante y a los que me habría gustado decirles tanto.
¡Pero no alcancé!
En otro momento tal vez.
Cuando se iba, con su mano tomada a la de él, con la boca apretada para no dejar escapar palabras…lo tomó fuertemente, lo abrazó y selló aquella despedida con un beso fugaz, tan de golpe que dejó en evidencia su torpeza. Y él, en ese momento habló y dejó salir de su boca esas palabras.
Las mismas que luego, a mi no me dejaban dormir.
Fortuitas o no.
Deseadas o prófugas de la justicia.
[Tarde o temprano]
Puedo asegurar que ella, como yo, tampoco lo entendió. No reaccionó ante ellas, solo le soltó la mano, dio un giro rápido y traspasó ese frío torniquete que los alejaría…
Para siempre.
¡O no!
Yo elijo creer que no.
Abajo la volví a encontrar. Ella también esperaba ese tren que a mí, en este caso, me llevaba de regreso a donde debía estar, era tarde ya. Allí, abajo, encerradas en ese andén donde yo ya me comenzaba a sentir ahogada, ella pronunció en voz muy alta, como quien grita al mundo [Tarde o temprano] y fue en ese momento en el que esas palabras quedaron en mi memoria.
¡Las había escuchado!
Ella también sabía que había algo en ellas.
¡Pero las ignoró!
¿Por qué las ignoró en aquel momento?
No lo sé.
De verdad quisiera saberlo.
No he encontrado respuesta a todas las hipótesis que me he planteado.
No puedo descifrar esa despedida. Mis datos se quedan cortos.
No puedo preguntarles, no los volví a ver.
Aquellos dos se esfumaron de mi vida, o quizás fueron solo un holograma que mi menté recreó. Fueron solo el reflejo de mi constante necesidad de creer que en algunas despedidas existe algo más que la pura decisión de decir adiós.
Lo que sí he hecho muchas veces desde ese día, es recordar.
Recordar cómo, mientras ella se alejaba, él permanecía parado tras los torniquetes, esquivando por momentos su mirada. Con una sonrisa llena de ternura que se dibujaba en sus labios, con una mirada que si me preguntan a mí…
Si me preguntan a mí, le habría dicho a ella que regresara.
Que subiera y perdiera ese tren.
Todavía le quedaban dos más esa noche.
Porque esa mirada, estoy segura de que escondía tanto, que valdría la pena perder el tren, e incluso el valor del boleto, para averiguarlo.
Ahora, en algunos momentos me descubro con la mirada perdida y repitiendo esa frase que aquellos dos se dijeron y no saben que yo escuché. Solo que añado unas palabras que, sinceramente no sé de dónde vinieron pero me sirven para recordarme que yo estoy aquí, sin ellos:
¡Enfócate!
Coño, te estás torturando.
Pero lo confieso, me muero de ganas por saber qué es eso que él quiso decirle cuando pronunció esas palabras [Tarde o temprano] porque puede que en ellas esté oculto el mensaje más lindo que invita a un reencuentro, o la más triste despedida.
Ojalá y no se haya tratado de una despedida.
P.D: Esta es la definición que encontré en Google. No es mentira cuando te digo que no he podido dejar de pensar en sus palabras. [Tarde o temprano] Expresión para indicar que algo ocurrirá indudablemente, aunque se intente evitar, sea antes en el tiempo, o más tarde.