Un beso de despedida que me ha hecho llorar


Resulta curioso todo lo que puede comunicar un beso.

Con ambas manos alrededor de su cabeza la tomó y besó su mejilla.


Pero no fue capaz de soltarla y con la misma, la sujetó un poco más fuerte y le besó en la frente. 

Su mirada.

La recuerdo y mis ojos se llenan de lágrimas.
Tan ausente como presente.


Esa mirada de quien hace su mayor esfuerzo por no ver lo que sucede justo frente a él, pero con una enorme responsabilidad de afrontarlo.

Todavía se quieren.
Obvio que se quieren.
Y resulta muy difícil dejarla ir. 

Ese bolso que ella lleva en las manos ha de sentirse como un gran golpe para él, cada vez que con sus movimientos suaves tropieza contra su pierna, en ese instante en el que ocurre una extraña despedida.

El otro, que no ha de estar menos afectado, pero quizá aún no lo sabe, los mira desde adentro. Sentado en el auto.

Él no sabe lo que ocurre, solo es parte de su rutina.
Cada domingo, después de un paseo familiar se ha de repetir la misma escena.

Pero para mi no es normal, fue la primera, y de seguro la última vez que los vea y me apretó el corazón. Sentí una sensación de ahogo como quien sufre un infarto, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos de forma descontrolada.

Sentí una extraña necesidad de correr a ellos y abrazarlos.

Sí, ya sé que es raro que yo quiera abrazar a unos extraños, pero en ese momento dejaron de serlo para mi. 

Compartieron, sin saberlo, uno de sus momentos más íntimos, más emotivos.

El beso de despedida.

Han de ser sus padres y él aún no debe saber que esto no fue lo que planearon al comienzo de la historia.Hablo del pequeño que estaba dentro del auto, de ese que los ha de ver cada domingo sin entender lo que sucede.

Él fue el primero en este ritual de despedida.

El auto se detuvo en la calle, sobre el área de la parada de los buses y el conductor salió apresurado para abrir la puerta del copiloto, allí  bajó ella, con sus pequeños bolsos en las manos y esperó como quien espera un regalo que él, el conductor, abriera la puerta trasera y le indicara que se despidiera.

¿Será que ella se equivocó antes y les hizo daño?
¿Será que está arrepentida pero ahora ya es tarde para arreglarlo?
¿Será que no puede con todo esto y él lo sabe?

Yo no sé qué habrá pasado.
Me encantaría saberlo, porque quizá así lograría entenderlo. O no.

En estos momentos no puedo parar de preguntarme ¿Por qué?
¿Por qué nos hacemos daño?
¿Por qué todo tiene que doler tanto?
¿Por qué inventamos una relación que de forma lógica al amor pero termina haciéndonos daño?

Ellos han de ser sus padres, sí.
Del niño que está en el puesto de atrás en el auto. 


Ellos, claro que se quieren, pero deben mantenerse alejados para no hacerse daño. De lo contrario, cómo explicarías que ella bajó la mirada, cruzó la calle de forma apresurada y mientras tanto, él, el conductor estaba sentado en su asiento, con la puerta a medio abrir y no fue hasta que ella entró en su edificio y la puerta se cerró, que él pudo hacer lo mismo y alejarse.

¿Su gesto?
No puedo describirlo con palabras, pero no lo olvido.

P.D.: me habría gustado no haber vivido este momento y estar escribiendo sobre unos niños que jugaban en el parque mientras sus padres, tomados de la mano sonreían al verlos jugar. Pero, esto no es una película romántica, esto es la vida real.


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