No sé si tú recordarás la tuya.
Comenzó siendo toda una aventura, algo que pasaría ese miércoles por primera vez y quizá -con suerte- se repetiría algunos otros miércoles hasta que por algún motivo alguna de las partes decidiera finalizar la relación.
El pronóstico.
No había forma de que algo saliera mal, estaba todo coordinado para esta primera vez.
Salí a la hora prevista, tomé el tren por la mañana, 10 minutos antes del que tenía programado tomar. El día estaba lleno de colores, sonidos, olores…a eso de las 7:00 am el tren suele tener mucha afluencia.
Durante el camino escuché audios para calmar mi ansiedad [es eso que siento cada vez que hago algo por primera vez] estaba a full, no soy muy buena para estos encuentros. Me concentré en el paisaje, en la gente y llegué a perderme tanto en mis pensamientos, que apenas escuché cuando anunciaron mi estación; ya estaba en Belgrano y no había alcanzado a levantarme del asiento.
Salí corriendo del vagón y bajé las escaleras del tren, busqué la salida cercana a mi parada de bus y tomé el 55, ya sabía que ese podía acercarme bastante y ya luego caminaría unas cuántas cuadras.
Por suerte el tráfico fue amigable ¿O serían mis audios los que me ayudaron a verlo así?
Finalmente llegué y me sumergí en los colores de sus calles, Palermo Soho es el lugar perfecto para un bohemio [Recuerdo cuando Andrea me decía que yo era bohemia y por eso no quería hacer cosas típicas de niña con ella, y pensándolo bien, estaba en lo cierto. Si algo he podido aprender es que no me parezco a nadie. Soy muy rara o soy extraterrestre.
Mejor retomo este cuento, porque si me distraigo nunca sabrán lo que sucedió en esta primera vez.
Finalmente llegué, una puerta de vidrio y acero muy alta, aire acondicionado, un amable encargado y la seguridad de que había una reservación a mi nombre me dieron la tranquilidad para registrarme y pedir mi tarjeta de ingreso.
Una vez ya adentro.
Un hall cómodo, con sillas, mesas, mesones, el típico café para tomar algo y fingir que no esperas a alguien. Ideal para fingir que pasas el rato y luego, por casualidad, aparece ese rostro que se te hace conocido.
Me fuí al jardín trasero, más privado, menos obvio.
Ideal para quien no quiere ser visto.
Se llegó la hora, allá los vi, ambos llegaron sonriendo porque hoy también sería su primera vez, traían una pequeña llave en la mano. No recuerdo cómo estaban vestidos, si ella llevaba el cabello suelto o recogido, si sus zapatos eran altos o más bien bajos. Lo que sí recuerdo es que traían un bolso en el que asumí, vendrían algunos elementos que usaríamos más tarde.
Nos fuimos a uno de los espacios privados
Solo estábamos los tres.
Una taza de té o café, unas galletas y comenzamos a ponernos cómodos. Las cosas se dieron y fluyeron bastante fácil, la verdad, no te miento si te digo que estaba un poco asustada. Pero todo fluyó.
Todo no termina allí.
En la segunda fase debíamos incluir a otras personas.
Pasamos al salón donde todos se relacionan con todos, ya nos habíamos entendido bastante bien en privado, ahora teníamos que ponernos a prueba en público. Nos ubicamos en un área junto a 6 personas más. Me apresuré a sentarme de espaldas a todos los demás, esto ayudaría a ponerme en confianza, el grupo seguía siendo pequeño.
Él se alejó y la dejó a ella tomar todo el control [genial] pensé.
Seguro me entenderá mejor, hay menos fricción y puede que lo que viene sea más sencillo de sobrellevar. Además ella puede guiarme y así yo [emularía] sus comportamientos.
Intercambiamos alguna palabra y hasta nos reímos.
Algunas cosas en común teníamos y otras muy equidistantes, pero no fue nada difícil entendernos.
Llegó el momento más difícil de esta primera vez.
La hora en la que todos se mezclan con todos, en la que no hay distinciones ni se respeta el espacio o privacidad, allí fue cuando comencé a experimentar terror [literalmente] entré en pánico y no quería ni moverme.
Para todos ellos parecía ser muy normal, actuaban de forma natural mientras yo estaba paralizada.
Pasaron aproximadamente 2 horas y no lograba descongelarme, había entrado en shock. De hecho necesitaba ir al baño, y no tenía idea de cómo podría despegarme de la silla, levantarme, dar unos 15 pasos y bajar las escaleras para llegar al baño. Ya no aguantaba más, así que me concentré y con toda mi fuerza lo logré, me levanté y sin mirar a los lados emprendí ese largo viaje para relajar mi vejiga. Finalmente era lo único que podía relajar en ese momento.
No pertenezco a este mundo.
Regresé a mi sitio, me senté y sería capaz de afirmar que nadie notó mi ausencia. Lo que había sido tan difícil para mí, apenas alcanzaba a ser una sombra para otros, un movimiento casi imperceptible.
Allí fue cuando comencé a pensar que definitivamente no encajaba allí, que esos lugares no se hicieron para mi, que no podía sentirme tan aterrada por lo que para otros era tan común. Entonces me concentré en la música y simplemente dejé que el tiempo pasara, apagué mi mente.
Era la única manera de sobrevivir al estrés que había generado todo esto en mi.
Lo hice tan bien que ya sobre las 17:30 fue ella quien me dijo que debía irme, me pidió levantarme y salir y con una sonrisa en su rostro me dijo [Nos vemos el miércoles que viene]
Sí, el miércoles que viene, porque ahora que comencé a trabajar con ellos, aunque la mayoría del tiempo hago homeoffice debo ir al menos una vez a la semana al co-working y tener muchas reuniones, compartir comidas y conversaciones agradables [para muchos, no necesariamente para mi]
P.D.: Así que cada miércoles tendré una nueva primera vez en A3.